DIVISIÓN EN LA DERECHA SOBRE ARANCELES DE TRUMP

DIVISIÓN EN LA DERECHA SOBRE ARANCELES DE TRUMP

Un sector relevante del empresariado y del pensamiento conservador en Estados Unidos, que históricamente ha respaldado a Donald Trump, comienza a mostrar fracturas respecto a su política comercial basada en aranceles. Empresarios como Elon Musk, influyentes centros de análisis como el American Enterprise Institute y ciertos legisladores republicanos han expresado abiertamente su desacuerdo con el rumbo proteccionista que Trump insiste en mantener. Estas divergencias reflejan un desencanto creciente incluso entre los votantes tradicionales del expresidente, como los trabajadores blancos de bajos ingresos y personas sin título universitario, quienes también están manifestando desaprobación en recientes encuestas.

Elon Musk, en una reciente conversación con el político italiano Matteo Salvini, abogó por una relación comercial entre Europa y América del Norte sin barreras arancelarias, lo que fue interpretado como un distanciamiento claro respecto a la guerra tarifaria impulsada por Trump. La administración anterior impuso fuertes gravámenes a productos europeos como automóviles, acero y aluminio, mientras promovía tarifas recíprocas en diversas exportaciones. Las declaraciones de Musk no se quedaron solo en lo conceptual: también criticó en redes sociales al asesor Peter Navarro, figura clave en la formulación de estos aranceles, al ridiculizar sus credenciales académicas y sugerir que su influencia es perjudicial para el desarrollo económico.

Ante estas críticas, Navarro respondió minimizando la postura de Musk, al asegurar que su visión responde únicamente a intereses empresariales y que no comprende el fondo de la estrategia de Trump. Insistió en que el objetivo es devolver la manufactura a ciudades como Detroit, evitando que los componentes de productos estadounidenses sigan viniendo del extranjero, en especial de países como China o México. A esta defensa se sumaron otros funcionarios que intentaron restar importancia al impacto de los aranceles, al presentar los ajustes de precios como eventos únicos, desvinculándolos de una posible inflación sostenida.

Sin embargo, desde el ámbito académico conservador también surgieron cuestionamientos técnicos. El American Enterprise Institute denunció que los cálculos usados por la Casa Blanca para justificar sus tarifas carecen de rigor económico y jurídico. Economistas del instituto advirtieron que si no se corrigen estos errores, el país podría enfrentar una recesión, aunque también señalaron que la liberalización del comercio podría revertir ese riesgo y revitalizar la economía. Este tipo de críticas reflejan una incomodidad creciente dentro de sectores tradicionalmente alineados con el trumpismo.

Pese a las presiones y advertencias, Trump se mantiene firme. Durante un vuelo en el Air Force One, reiteró que no retrocederá en su estrategia comercial a menos que los países equilibren su balanza con Estados Unidos. Aunque reconoció el impacto en los mercados internacionales, minimizó las consecuencias y sostuvo que ciertas medidas difíciles son necesarias para corregir desequilibrios. Mientras tanto, su equipo económico sigue defendiendo las tarifas y buscando apoyo internacional. En medio de este panorama, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se prepara para abordar estos temas con Trump en su visita a la Casa Blanca, junto con la situación en Gaza. La política comercial estadounidense, en vez de ser un punto de unión para la derecha, está revelando profundas diferencias que podrían marcar el rumbo de los próximos meses.

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