Contrario a lo prometido, el Tren Maya no ha detonado el desarrollo económico ni el turismo cultural en Calakmul, Campeche. Un recorrido por las estaciones de los tramos 2 y 7, realizado por El Universal, evidenció la escasa afluencia de pasajeros, así como la ausencia de artesanías y productos locales en los alrededores. Las estaciones, alejadas de los centros turísticos y culturales, han generado una desconexión evidente con la población y una falta de beneficio directo para las comunidades. Incluso, la infraestructura construida parece estar subutilizada, como el Hotel Tren Maya Calakmul, sin huéspedes y con precios que pocos pueden pagar.
En la estación San Francisco Campeche, por ejemplo, sólo hay dos salidas al día, y en la tarde está prácticamente vacía. Para quienes viajan, el traslado hacia el centro de la ciudad representa otro reto, ya que no hay taxis ni transporte eficiente, y la conexión con la zona urbana depende de vehículos particulares o de una ruta de ADO que cobra 60 pesos. Los pocos trenes que circulan no alcanzan ni la mitad de su capacidad, lo que demuestra que el interés por usar este medio de transporte es bajo en comparación con otros destinos como Cancún, Mérida o Playa del Carmen.
En el caso de Xpujil, cabecera de Calakmul, la distancia entre la estación y el centro del poblado es de tres kilómetros. Este municipio se ha convertido en el eje de servicios para comunidades cercanas, pero sus habitantes enfrentan precios altos en boletos y transporte. Jerónima López, apicultora y líder comunitaria, señala que el tren ha elevado los costos de vida en la zona: las rentas se triplicaron desde la construcción del proyecto, la canasta básica es más cara y los servicios siguen sin mejorar, en especial el acceso al agua potable. La gentrificación comenzó a notarse entre quienes trabajaron como mano de obra en la obra y ahora no pueden costear su estancia.
A pesar de que Calakmul tiene riqueza cultural, ecológica y arqueológica, las autoridades no han promovido el turismo comunitario ni han incorporado a los productores locales a la oferta turística. Jerónima, quien produce miel con otras 70 familias en la comunidad de Nueva Vida, no ha sido invitada a vender en ninguna estación del tren. Aunque se inscribió en programas gubernamentales, no ha recibido el pago correspondiente por el producto entregado hace meses, lo que la obliga a seguir vendiendo a intermediarios extranjeros que al menos le pagan de inmediato, aunque a menor precio.
La expectativa generada en torno al Tren Maya contrasta con la realidad en zonas como Calakmul, donde persisten problemas estructurales como caminos en mal estado, escasez de agua y la falta de educación media superior. Mientras tanto, la infraestructura instalada permanece desarticulada del entorno social y económico local, dejando sin respuesta a quienes esperaban una mejora significativa en su calidad de vida.