FRANCISCO RECHAZA EL USO DEL CATAFALCO EN SU FUNERAL PARA PROMOVER UN ADIÓS AUSTERO

FRANCISCO RECHAZA EL USO DEL CATAFALCO EN SU FUNERAL PARA PROMOVER UN ADIÓS AUSTERO

La despedida del papa Francisco se ha convertido en un hito en la historia reciente del Vaticano, no solo por la relevancia de su figura, sino por las decisiones que tomó respecto a su propio funeral. Jorge Mario Bergoglio, primer pontífice latinoamericano y líder de la Iglesia durante más de una década, falleció en la Casa Santa Marta al concluir la Semana Santa. En vida, el papa había manifestado su voluntad de evitar protocolos lujosos o signos de ostentación en su despedida, lo cual se refleja en los detalles de la ceremonia póstuma que se celebra en la basílica de San Pedro.

Entre las omisiones más notorias está la del catafalco papal, una estructura tradicional que solía colocarse en el centro del presbiterio, cubierta con terciopelo, sobre la cual descansaba el cuerpo del pontífice fallecido para su exposición a los fieles. Aunque este elemento formó parte del funeral de Benedicto XVI en 2023, Francisco prefirió que su féretro no fuera elevado, alineándose así con el tono de sencillez que caracterizó su papado. Su ataúd, elaborado en madera y recubierto internamente con zinc, ha sido dispuesto directamente sobre el suelo, sin las tres capas de féretros de ciprés, plomo y roble que se acostumbraban en el pasado.

Esta decisión de evitar símbolos de poder también responde a las reformas impulsadas por el propio Francisco durante su liderazgo, en el cual insistió constantemente en la necesidad de una Iglesia más cercana a los pobres y despojada de vanidades materiales. Por ello, además del catafalco, tampoco se ha utilizado el báculo papal ni los múltiples ataúdes que solían caracterizar los funerales pontificios. Estos cambios no son casuales, sino reflejo de una visión teológica y pastoral más sobria, centrada en la figura de Cristo resucitado más que en los ornamentos del poder eclesiástico.

En noviembre del año anterior, el Vaticano ya había dejado entrever este giro en la liturgia funeraria al publicar una nueva versión del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, el documento que establece los ritos fúnebres de los papas. Francisco fue responsable de la revisión de este texto, donde se eliminaron tradiciones como el uso del martillo de plata con el que el camarlengo confirmaba el fallecimiento del pontífice. También se suprimió el velatorio privado previo, dando paso a una exposición pública inmediata del cuerpo en la basílica. Todo ello reafirma una intención clara: que la despedida del pontífice no se enfoque en la solemnidad de los objetos, sino en la esperanza de la resurrección.

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