El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca el 20 de enero de 2025, con el control total del Congreso y el Senado de Estados Unidos, podría traer consigo cambios significativos en la política interna y externa del país, con posibles repercusiones en la industria del turismo global. Durante su primer mandato (2017-2021), las políticas implementadas afectaron de manera notoria la llegada de turistas internacionales a EE. UU., lo que plantea preguntas sobre cómo será el panorama turístico en su nuevo mandato.
En su primer mandato, Trump implementó políticas migratorias restrictivas que incluyeron la Orden Ejecutiva 13769, conocida como el “veto musulmán”, lo que generó incertidumbre entre los turistas de países con mayoría musulmana. Este clima de desconfianza redujo los flujos turísticos desde esas regiones. A su vez, la percepción negativa de Estados Unidos en muchas partes del mundo, reflejada en estudios del Pew Research Center, disminuyó el interés por visitar el país. Estos factores, junto con el fortalecimiento del dólar, encarecieron los viajes hacia EE. UU., provocando que muchos turistas optaran por destinos alternativos, como España, que vio un aumento en sus llegadas internacionales en 2017.
Con Trump nuevamente en el poder, el turismo internacional podría enfrentar nuevas restricciones. En su campaña de 2024, Trump reiteró su compromiso con políticas migratorias más estrictas y el fortalecimiento de las fronteras, lo que podría implicar restricciones adicionales en visados para muchos países. Las políticas de inmigración más rígidas, especialmente hacia América Latina, podrían desalentar los viajes hacia Estados Unidos, especialmente entre los turistas latinoamericanos, que han sido uno de los grupos con mayor crecimiento en las visitas a EE. UU. Además, la propuesta de fomentar el turismo interno mediante incentivos fiscales podría reducir la competitividad internacional al desincentivar la llegada de viajeros extranjeros.
Otro posible impacto podría ser una nueva escalada en las tensiones comerciales entre Estados Unidos y la Unión Europea, similar a las vividas en su primer mandato. La imposición de tarifas adicionales a las aerolíneas europeas que operan vuelos hacia EE. UU. podría aumentar los costos de los viajes transatlánticos, lo que afectaría negativamente a los turistas europeos que suelen viajar a Estados Unidos. De igual forma, los turistas estadounidenses podrían enfrentar mayores restricciones para viajar a Europa, lo que podría disminuir el turismo hacia destinos europeos como España, que recibe a más de 2,5 millones de turistas estadounidenses anualmente.
Frente a estos posibles desafíos, la Unión Europea podría buscar adaptar sus estrategias para mitigar el impacto de las políticas de Trump. Al promover Europa como un destino seguro y culturalmente diverso, especialmente a través de campañas turísticas, se podría atraer a turistas de mercados afectados por las restricciones de EE. UU. La UE también podría fortalecer su posición como líder en turismo sostenible, aprovechando el interés global en el turismo ecológico y cultural, con iniciativas como el Camino de Santiago. Además, acuerdos específicos con países clave de Asia y América Latina podrían impulsar el turismo hacia Europa.
En términos más generales, el regreso de Trump podría marcar el inicio de un nuevo orden para el turismo global. Sus políticas probablemente modificarán los flujos turísticos y crearán nuevas dinámicas en el sector, lo que obligará a los destinos turísticos a adaptarse rápidamente. En un mundo interconectado, la capacidad de adaptación será crucial para mantener la competitividad y el atractivo de los destinos turísticos. Solo el tiempo y las estrategias de los actores clave en la industria determinarán cómo se desarrollará este nuevo panorama.
